De corazón a corazón: El arte como gemidos del alma enamorada
Heart to heart: The art as groans of the soul in love
Valeria María Nougués
Docente de cátedra de Teología.Universidad Católica de Santiago del Estero, Argentina. Email: valenou@gmail.com.
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Resumen
Una breve presentación de la vida de Fr. Guillermo Butler op y su proceso de conversión artística ante la obra del Beato Angélico, introducen al análisis de su pensamiento sobre el arte, como exteriorización del amor suscitado en el encuentro con Dios en cuanto Belleza Superior y de sus reflexiones acerca de la misión del arte religioso. Este marco biográfico y reflexivo se ejemplificará desde la hermenéutica teológica comparativa de dos obras de Fr. Guillermo Butler sobre Santa Rosa de Lima, en las cuales se puede constatar el proceso de conversión artística del autor y la exteriorización de la espiritualidad mística de la santa limeña, que se nutre en el encuentro amoroso con Jesús para ser fuente de compasión y misericordia de los desvalidos de su época. La emoción estética se constituye en punto de partida de la creación artística y de la comunicación de la presencia del amado en el amante que se expresa en el arte y que puede llegar al corazón porque surge del corazón enamorado.
Palabras clave: Emoción estética, fe, contemplación, creación, compasión.
Abstract
A brief presentation of the life of Fr. Guillermo Butler op and its conversion process art in front of the work of the Beato Angelico, introduced to the analysis of his thinking about art, as exteriorization of the love arised in the encounter with God as the Superior Beauty and his reflections about the Mission of religious art. This biographical and reflective framework example from comparative theological hermeneutics of two works of Fr. Guillermo Butler on Santa Rosa de Lima, in which the artistic of the author conversion process and the exteriorization of the mystical spirituality of the saint, can comprise, he thrives in the loving encounter with Jesus to be source of compassion and mercy of the destitute of her time. Aesthetic emotion are point of departure of artistic creation and communication of the presence of the beloved lover that is expressed in art and that can reach the heart because it comes from the heart in love.
Keywords: Aesthetic emotion, faith, contemplation, creation and compassion.
Introducción
“La Palabra que se ha hecho carne
y puede hacerse carne en todo lo que somos,
no sólo en lo que decimos”1.
El seguimiento de Jesús se fue concretando en la Historia de múltiples maneras, porque justamente la encarnación de su mensaje y la invitación al mandamiento principal del amor fue configurando la vida de sus seguidores desde las interpelaciones de la realidad y los dones personales de cada creyente2. Nos vamos a detener en contemplar la vida y dialogar con parte de la obra de Fr. Guillermo Butler3, religioso dominico del siglo XX, que concretó su seguimiento desde el carisma de la predicación de la Palabra de Dios en el arte.
En 1896 ingresa a la Orden de Predicadores, en el Convento de Santa Catalina de Siena de Córdoba, durante su formación inicial, se le permitió tomar clases de pintura con Emilio Caraffa y Honorio Mossi.
Al año de ser ordenado sacerdote, por sugerencia del Maestro de la Orden, Fr. Jacinto María Cormier op4, es enviado a Roma a iniciar sus estudios de especialización en Derecho Canónico. Pero, como expresa José León Pagano, cuando lo conoció: “más que el derecho canónico, le inquietaba la pintura. Acudía a los museos, visitaba las iglesias, atraído por sus maravillas de arte, y cada visita a ellos dejaba en su espíritu resonancias torturadoras. En los momentos de solaz se entregaba con fervor a la práctica del arte” (Pagano, 1938, 79). Fruto del discernimiento de su comunidad, puede dedicarse al estudio de la pintura en Florencia y luego en París, por medio de una beca del Gobierno de Argentina.
En una entrevista para la revista Atlántida, José M. Lozano Mouján le preguntó a Fr. Guillermo: “¿por qué eligió usted la Orden Dominicana? El respondió: “Lo decidió mi lectura de la vida del Beato Angélico”5, sin embargo mientras está en Roma él mismo expresa:
Cuando estuve en Roma por primera vez, después de visitar todos los museos, concentré lo que podría llamar toda mi predilección en los grandes maestros de la tercera época del Renacimiento; se me había hablado de ellos con tanto entusiasmo, se me había dicho que el verdadero arte no se encontraba, al menos tan intensamente como en esas obras, que yo verdaderamente llegué a sugestionarme de un modo tal, que lo anterior a esa época me interesaba muy poco; por esta razón no me había preocupado de ver los últimos trabajos de aquel humilde fraile dominico, que se conoce con el nombre de Beato Angélico; se me había hecho creer que aquello no tenía más que un valor muy relativo y casi puramente histórico, pero que como artista, bien poco podría aprender allí (Butler, 1920, 237).
Su encuentro en San Marcos con la obra del Angélico provocó su conversión artística, porque transformó todos sus puntos de vista.
Confieso, sin embargo, que en mi paso por Florencia, no pude menos que sentir un verdadero entusiasmo por los Primitivos; procuraba ahogar este sentimiento dentro de mí mismo, porque casi me avergonzaba de ello, pero sobre todo cuando visité nuestro histórico convento de San Marcos, en presencia de los frescos del Beato Angélico, yo temblaba de emoción; ella era tan fuerte que no hubo sugestión capaz de ahogar en mí esta fuerte conmoción; la intensa y sincera emoción de aquel fraile ingenuo, había penetrado hasta lo más íntimo en mi alma; comprendí que el arte era muy superior a todas las habilidades y maestrías de los humanistas del Renacimiento; ello era algo mucho más íntimo, que tenía la predilección de hablar directamente a nuestras almas, con un lenguaje y una elocuencia que no se aprende. (…) ¡Cuánta emoción tienen sus cuadros! ¡ellos son el dulce gemido de un alma angelical enamorada de Dios! ¡son la más sincera expresión de un verdadero y grande artista!(...) ¡qué elocuente lección fue aquella para mí, sólo que la comprendí mucho más tarde! (Butler, 1920, 237).
Este testimonio da cuenta que Butler no sólo se encuentra con la obra del dominico, sino que llega a la profundidad del diálogo con “la emoción intensa y sincera del Angélico”, es un encuentro de corazón a corazón, para Butler es la escucha del “dulce gemido de un alma angelical enamorada de Dios”. Con el tiempo él expresará su comprensión sobre el arte en cuanto lenguaje capaz de exteriorización de emociones6 fuertemente sentidas:
No olvidemos que la producción verdaderamente artística, aún la más insignificante, no nace por la simple voluntad, ella debe salir espontáneamente del alma misma del artista, debe ser sobre todo la expresión sincera de una emoción fuertemente sentida y si eso faltase aunque tenga toda la exterioridad y todas las apariencias, no será nunca una verdadera obra de arte (Butler, 1920, 236).
Según Kandinsky, el arte no cumple su cometido si no es expresión de un contenido espiritual y de una misión también espiritual, por ello afirma: “El artista es la mano que a través de ésta o aquella [forma] hace vibrar adecuadamente al alma humana” Es lo que él denominará el “principio de la necesidad interior” (Kandinsky, 2004, 58; 68).
Para Fr. Guillermo la emoción sincera será la cualidad fundamental que distinga al verdadero artista y a su obra: “La emoción para que pueda transmitirse a los demás, debe ser sincera, profundamente sincera: sólo así podrá llegar a nuestros corazones para emocionarlos a su vez, pues como dice el proverbio alemán: lo que no sale del corazón no llega al corazón”7.Es así que para Butler, “el arte es la expresión más sublime de un alma sensible y emocionada por una belleza superior” (Butler, 1923, 300; 297). Esta expresión bien puede vincularse con el estado dinámico de estar-enamorado, como acto de fe, a un nivel existencial como ejercicio pleno de la consciencia intencional, “como ese conocimiento ulterior, cuando el amor es el amor de Dios que inunda nuestros corazones” (Lonergan 1988, 116)8. En tal sentido, Fr. Guillermo afirma, “si el arte en general siempre debe contribuir a elevarnos y espiritualizarnos, en el arte religioso esta obligación se hace sagrada, porque ella debe acercarnos al mismo Dios” (Butler, 1924, 43). Queda de este modo establecido que el ideal de belleza que sigue el arte religioso es Dios mismo en cuanto Belleza, capaz de atraer hacia sí todo nuestro amor.
De la amplia producción artística de Butler nos vamos a detener en la contemplación de dos obras de Santa Rosa de Lima en la cuales podemos visualizar el proceso de conversión artística del autor que analizamos, para ello primero presentaremos a su personaje para una mejor comprensión de lo representado.
Santa Rosa de Lima, de las mercedes hechas a un corazón enamorado:
Rosa de Santa María, fue la primera mujer canonizada en el Nuevo Mundo. A principios del S. XVII, la ciudad de los Reyes - Lima -, estaba consolidada como metrópoli, centro del poder político y económico de un nuevo espacio social. Era una ciudad barroca9 en sus costumbres, en su mentalidad, en su arquitectura, en su religiosidad10. El misticismo que caracterizó esta ciudad, coronó su historia con múltiples canonizaciones de contemporáneos de este siglo, cargado de espiritualidad.
En esta época, se multiplican los beaterios, monasterios y casas de recogimiento, donde las mujeres, independientes del convento y del matrimonio, de la autoridad paterna y la dominación conyugal, se colocan fuera del poder masculino.Las beatas se prestaban a ser tildadas de alumbradas11 por sus visiones, sueños proféticos y arrobos. (Folquer, 2010, 219).
La profunda espiritualidad de Rosa de Lima se nutrió de la lectura de Luis de Granada, Catalina de Siena, los místicos dominicos de la escuela Renana, Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, entre otros. Según ella misma relata, desde los 5 años de edad tuvo una larga trayectoria de oración, dedicando 12 horas diarias a la oración de unión con Dios. El testimonio de su madre María de Oliva por su parte expresa: “tenía por imposible que [su hija] se pudiese contener el dejar de servir a los pobres a los cuales provocaba acudir con todo lo que podía y permitía su pobreza. Rosa traía a enfermos indios y negros a su casa para curarlos, atenderlos y alojarlos” (MSRSM, Proceso Ordinario 1617 – 1618, fol. 226) Esto es lo que ella llamaba “dejar a Dios por Dios”; es decir, dejar la meditación y la oración por las obras de caridad. “Rosa de Lima desarrolla una teología cristocéntrica y eucarística que le permite identificarse con la humanidad sufriente, maternal y redentora del Mesías” (cf. Mujica Pinilla, 2001, 127; 37).
Lo único que se conserva de Rosa, son algunas cartas y dos pliegos con collage emblemáticos, en papel y tela de distintos color, “acertijos místicos” y mensajes de puño y letra de la Santa, hallados en 1923 en el monasterio limeño de Santa Rosa de Santa María. Uno se refiere a las “Mercedes o heridas del alma” y el otro a la “Escala espiritual”. (Mujica Pinilla, 2001, 136)
A los 26 años o antes, Rosa habla de “mercedes echas todas a un enamorado corazón, tiernamente de Dios, a una esclava de Cristo indigna de ser contada entre los hijos de Dios, estampadas aquí con particular luz del cielo” (Mujica Pinilla, 2001, 140).
Mercedes o heridas del alma. Manuscrito hológrafo de Santa Rosa. Monasterio de Santa Rosa de Santa María, Lima. (Mujica Pinilla, 2001,13).
En el segundo pliego de papel, conocido como la “Escala espiritual”, Rosa continúa relatando las mercedes de su mística nupcial. Esta escala se completa con el relato en el proceso de canonización, del Dr. Juan del Castillo a quien el Santo Oficio le había encomendado el examen de conciencia de la Santa; él mismo expresa sobre las visiones de Rosa:
“Que estando meditando en la dicha unión y mirando al Niño Jesús, le dijo el Niño: Rosa, amiga mía, despósate conmigo. Y que de este dicho se alteró mucho y le vino grande aumento de suavísimo gozo y deleite”… “Que mirando ella rostro a rostro al Niño Jesús, le venía al entendimiento lo que el Niño Jesús le decía y que de esta manera le entendió muy claro (Primer Proceso Ordinario de Canonización de Santa Rosa de Lima, 35).
“Gonzalo Tenorio afirmó que, si mediante su Encarnación, Cristo se había desposado con el género humano, ahora su matrimonio espiritual con Santa Rosa extendía las posibilidades redentoras de salvación a todos los habitantes del Nuevo Mundo” (ctd Mujica Pinilla, 2001, 27). Se constituye a la Santa Americana como un primer ícono de una espiritualidad nupcial que aporta nuevas dimensiones de compresión de la redención en el joven continente.
Escala espiritual. Manuscrito hológrafo de Santa Rosa de Lima. Monasterio de Santa Rosa de Santa María, Lima. (Mujica Pinilla, 2001,139)
Unificando nuestros corazones en el único amor.
Fr. Guillermo concibe la misión del arte como “un camino de revelación del Misterio, capaz de unificar nuestros corazones en el único amor” (Butler, 1934, s/p). Nos detendremos en la hermenéutica de estas dos obras sobre Santa Rosa de Lima, ambas sobre sus desposorios místicos, con la intención de leer en ellas la comprensión de la espiritualidad nupcial de la Santa y la compresión del arte expresada en el autor que analizamos.
#3# En la primera “Santa Rosa de Lima12, de 1908, bajo la influencia academicista del Maestro Mossi; podemos observar a Santa Rosa en actitud de oración ante el Niño Jesús, que le entrega una alianza como signo de sus desposorios. El estilo renacentista nos hace centrar la mirada en la imagen como efecto del claroscuro. El centro visual se focaliza en el acontecimiento revelatorio de la experiencia representada, el encuentro amoroso entre Rosa y el Niño. Sin embargo la capacidad expresiva de nuestro artista aún no había encontrado su estilo propio. Si volvemos a los relatos con los que iniciamos nuestro texto, podemos ver que en esta etapa de iniciación, su formación no le permitía ver más que, en el estilo de los grandes renacentistas, un modelo de expresión artística.
La segunda “Santa Rosa de Lima, obra de 191513, expresa claramente el proceso de transformación de Butler, con su estilo post impresionista14 que lo definirá el resto de su vida. Como bien comenta León Pagano al respecto, sobre una experiencia en el convento de San Marcos de Florencia, un día en el que junto a Butler y el P. Marlens quedaron subyugados una vez más ante los frescos del Beato Angélico, comenta:
El P. Butler guardó silencio durante un buen rato, luego dijo sencilla y profundamente: ‘lo maravilloso es que estas pinturas sean tan claras, y tan luminosas, añadió el P. Marlens’ (…) Esa dulce claridad era el resultado eficiente de un largo ejercicio contemplativo. A ello se debe que Butler nunca haya intentado repristinar modos arcaicos. En él hay un místico, sin duda, pero un místico en quien repercuten las inquietudes anejas a nuestro tiempo. No ha mirado con ojos indiferentes – o distraídos por otros anhelos – la honda renovación de la técnica pictórica. Apreció cual corresponde a un hombre moderno, las conquistas que suponen las búsquedas del luminismo. Consciente o no, la impregnación de San Marcos dotó a su paleta de un resplandor inconfundible ( Pagano 1938, 198).
Esta obra de Santa Rosa, en su primera exposición en Buenos Aires, con gran elocuencia, da testimonio del arte místico y moderno de Butler - a nuestro parecer - porque la luz que trasmite da cuenta del encuentro de Rosa “rostro a rostro” con el Niño, su corazón enamorado escucha de los labios de este Niño su propuesta nupcial. Es el reconocimiento rostro a rostro del Amado en la que ama, que a su vez - al ser expresión artística - también da cuenta de esta experiencia profunda que habita en el corazón del artista y se expresa en la figura plena de luz y de sentido. Si comparamos los rostros de la primera imagen de 1908 con la de 1915 las miradas de ésta última, logran una expresión que realmente conmueve. El cuerpo de la Santa está estilizado, sin remarcar los volúmenes como en el Renacimiento; su postura física, su gesto expresan con notable ternura lo que está aconteciendo, la imagen se abre a la naturaleza, una dimensión muy presente, también, en la espiritualidad de Rosa.
Explica Mujica Pinilla, que “en los tratados emblemáticos barrocos hay un desplazamiento simbólico entre el Niño Jesús – imagen del Amor divino y el Eros pagano: el Cupido arquero de los antiguos alejandrinos, de naturaleza lúdica, que es incorporado en los repertorios visionarios de Teresa y de Rosa (148)”.
En la obra de Butler, el Niño se encuentra con una pelota en la mano, lo que nos conecta con este sentido lúdico. El encuentro de miradas entre el Niño y Rosa abren la comprensión a un reconocimiento mutuo en el amor. Así da cuenta de estas experiencias el relato de Rosa:
Cuando me siento, como fuera de mí en aquel torbellino deshecho de oscuridades, y sombras, llorando; me hallo de repente restituida en brazos de mi amado Esposo, como si de ellos nunca hubiera faltado, entre las claras luces de la unión primera. Siento unos impulsos ardientes de amor, como río, o arrollo, que corre sin las prisiones del cauce, que detiene su curso, con rápida y violenta corriente buscando su descanso en la mar. Sopla luego apacible, y fresca el aura de la gracia, y comienza la tormenta gloriosa, adonde se anega el Alma en aquel inmenso piélago de bondad y dulzura, y con transformaciones inefables se transforma en el Amado, deshaciéndose de sí y haciéndose una misma con El (Mujica Pinilla, 2001, 168 15).
Conclusión
La pasión de Butler fue, que su arte nos permitiera acercarnos a Dios. Un corazón enamorado de esta Belleza capaz de unificar todo en el amor, ha sido la fuente contemplativa de la obra artística de Fr. Guillermo, consideramos que es por ello que también pudo expresar con tanta sencillez el encuentro nupcial de Santa Rosa de Lima, en el que podemos reconocer al Amado en la amante.
Bien podemos afirmar que Fr. Guillermo encarnó su ministerio artístico al modo como lo enunció Kandinsky, “enviar luz a las profundidades del corazón humano” (23), esta luz excedió la materialidad del color, su obra llegó a lo más hondo del corazón humano porque surgió de supropio corazón, aquel lugar de insondable intimidad donde el hombre se encuentra consigo mismo y con Dios y desde donde se entrega a los demás; es por ello que su obra fue reconocida como mística, surgida de la oración y suscitadora de deseos de Dios y bien puede proponerse como figura, texto y estilo de expresión de la presencia del Amado en el amante.
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Notas
[1] Radcliffe, Timothy, “Alabar, bendecir y predicar”. La misión de la Familia Dominicana. Manila, 2000: 5. Disponible en: http://curia.op.org/es/index.php/index.php?option=com_ docman&task=doc_view&gid=69&tmpl=component&format=raw&Itemid=88. Consulta: 16 de septiembre de 2010.
[2] Seguimos a Schneider en la comprensión de la biografía creyente como lugar teológico en cuanto “Dios no revela contenidos objetivos, sino a sí mismo… La revelación de Dios está aquí estrechamente entretejida con la historia de fe de aquellos hombres que han asumido en su praxis vital y existencial lo anunciado y comunicado por Dios” (22).
[3] Nació en Bolonia el 14 de diciembre de 1879, su familia migró a Argentina y lo inscribió en Córdoba un año después. Ingresó a la Orden de Predicadores en 1886 y fue ordenado sacerdote en 1907, en 1908 es enviado a Roma a estudiar Derecho Canónico pero luego estudia arte en Florencia y París. Regresó a Argentina en 1915 y desde entonces participó activamente en el arte nacional e internacional, falleció el 17 de julio de 1961. Siempre fue considerado argentino. Para mayor información consultar Nougués, Valeria María. La Predicación a través del arte de Fray Guillermo Butler. Tucumán: Ed. UNSTA, Fundación Elmina Paz Gallo, 2013.
[4] El 11 de noviembre el Vicario Provincial, escribía expresando que “era un gran adelanto para la Provincia la decisión del Maestro, que ellos fueran a estudiar a Roma”. Carta de Fr Rufino Pucheta a Jerónimo Coderch, Córdoba, 11 de noviembre de 1908, serie XIII 024102: 1907 a 1914. Archivo General de la Orden de Predicadores de Roma.
[5] Lozano Mouján, José María (1925), “Notas de arte. Una visita a Fray Butler” Atlántida, 9. Cf. también (Pagano, 1938, 195).
[6] La emoción estética se origina por un fenómeno de simpatía y de amor, resultando entonces la obra de arte la manifestación más elevada del espíritu, porque revela un acto esencial, que es el amor. Y este amor estético es el amor que más se aproxima a la perfección por ser la consagración total del espíritu al espíritu.” (García de Diego, 1923)
[7] Cursiva nuestra. El tema del corazón es de importancia en el pensamiento de Butler, al respecto conviene delimitar su significación. Es un término de gran riqueza en el lenguaje bíblico y en la vida espiritual.En el contexto bíblico, “el hebreo concibe el corazón como “lo interior” del hombre (…) Además de los sentimientos, el corazón contiene también los recuerdos y los pensamientos, los proyectos y las decisiones (…) En el AT como en el NT, el corazón es el punto donde el hombre se encuentra con Dios (Dt 4, 29; Os 2, 16, Lc 24,32) es el lugar de la conversión (Jer 31,33; Ez 18, 31; Ez 36, 25ss Mt 18, 35)” (Léon- Dufour, 1993, 189-190), Cf. (Bauer 214 – 217). Marchetti Salvatori, siguiendo el pensamiento de Rahner nos ofrece la siguiente síntesis: “Es una palabra fuente que expresa al hombre en su totalidad (…) apto para designar el centro más profundo y más originario de la unidad psicosomática de la persona”. Cf. (Ancilli, T.1, 1983, 488).
[8] Cf.Von Balthasar: “Nosotros vemos la forma, pero cuando la vemos realmente, es decir, cuando no sólo contemplamos la forma separada sino la profundidad que en ella se manifiesta, la vemos como esplendor, como gloria del ser. Al contemplar esta profundidad, somos “cautivados” y “arrebatados” por ella, pero en tanto se trata de lo bello” (Von Balthasar, 1985, 111).
[9] .Barroco: los valores de la fantasía y de la imaginación se desbordan con la pretensión de alcanzar lo invisible por los sentidos, gracias a cierta exuberancia. (Folquer, 2010, 212).
[10] Cf. Folquer 2010, 209 – 213.
[11] Según Mujica Pinilla, Rosa de Santa María y las beatas de su radio de influencia difícilmente pueden ser acusadas estrictamente de alumbradas, ya que no se encuentran en ellas rasgos iconoclastas ni anticlericales, ni cuestionaban los dogmas y sacramentos, tendencias típicas de los alumbrados españoles (73).
[12] “Santa Rosa de Lima”, óleo sobre lienzo, 199 x 94 cm, 1908. Fr. Guillermo Butler. Colección Hermanas Dominicas del Santísimo Nombre de Jesús, Tucumán, Argentina.
[13] “Santa Rosa de Lima”, óleo sobre cartón, 105,5 x 82 cm, París 1915. Fr. Guillermo Butler. Colección Hermanas Dominicas del Santísimo Nombre de Jesús, Tucumán, Argentina. Obra expuesta en Witcomb, su primera Exposición en Buenos Aires. Mientras trabajaba para esta muestra en París él escribe: Lo que ahora deseo no es otra cosa que exteriorizar todo el fuego de mi alma de artista”. Cf. Carta de Butler al Prov. Rafael Aragón, Madrid, 25 de abril de 1915, Caja Documentación Histórica Vol. 3, 1911 – 1924, Archivo Orden de Predicadores Córdoba.
[14] “La visión cúbica del Renacimiento era, ante todo, una visión del mundo visto desde lejos. La visión moderna quiere encontrar un secreto en los detalles. Ya no se trata de localizar siluetas unas en relación con otras, sino de establecer un vínculo de reflexión directa entre un detalle y la sensación que transmite. Lógicamente, esta actitud conduce a fondos abstractos y primeros planos; reemplaza la visión propia del hombre renacentista, que era óptica y alejada del objeto, por un espacio polivalente e inconmensurable” (Francastel, 1990, 104).
[15] Cita de Meléndez 1681, t. 2, en Mujica Pinilla, 2001, 307 – 308.