“Busco el nacer de la luz…” Decir el desierto y la sed en la poética de Hugo Mujica.
«I seek the birth of light ...» Saying the desert and the thirst in Hugo Mujica’s poetics.

*Silvia Julia Campana
** Membro asociado da Alalite. Contato: silviajuliac@gmail.com
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Resumen
La poesía de Hugo Mujica, poeta argentino contemporáneo, nos sumerge en un espacio literario en el cual el silencio, el deseo, el desierto, la sed, el vacío perfilan un camino que conduce al acontecimiento del poetizar. Poeta del silencio que revela honduras de las cuales somos protagonistas, que oscilan entre paradojas: palabra-silencio, desierto y sed, luz y oscuridad, trascendencia e inmanencia, presencia y ausencia, que nos asoman al abismo de belleza y misterio del cual pendemos. La obra de Mujica está atravesada por lo sagrado como lo inaugural, la fuente que conduce al poeta-pensante a cavar hondo en lo más despojado, “allí donde la vida es la de todos, donde desnudos, somos todos un mismo rostro”. Y su decir es testigo y fruto del diálogo con otros, entre ellos: Juan de la Cruz, el maestro Eckhart, Heidegger. Nos adentraremos en su espacio poético para volvernos escucha de esta hondura y descubrir la tensión que lo rodea, hacia el misterio de lo indecible.

Palavras chave:desierto, sed, decir poético, espacio sagrado.

 

Abstract
The poetry of Hugo Mujica, a contemporary Argentine poet, immerses us in a literary space in which silence, desire, desert, thirst, emptiness outline a path that leads to the event of poetizing. Poet of silence who reveals the depths that we are protagonists, which oscillate between paradoxes: word-silence, desert and thirst, light and darkness, transcendence and immanence, presence and absence, that show us the abyss of beauty and mystery from which we hang. Mujica’s work is crossed by the sacred as well as the inaugural, the source that leads the poet-thinker to dig deep into the most deprived, “where life is everyone’s, where naked, we are all the same face”. And his saying is a testimony and the fruit of dialogue with others, including: Juan de la Cruz, Meister Eckhart, Heidegger. We will enter his poetic space to become a listener of this depth and discover the tension that surrounds it, towards the mystery of the unspeakable.

Keywords:desert, thirst, poetic saying, sacred space

“Busco el nacer de la luz…” Decir el desierto y la sed en la poética de Hugo Mujica

Amanece y callo; callo todo miedo, callo cualquier presagio, busco un alba virgen de mí, busco el nacer de la luz, no su alumbrarme.1

Hugo Mujica, poeta argentino contemporáneo, nacido en 1942 2 testimonia desde su propia vida la búsqueda de la voz que lo identifique, desde la creación poética que significa para él el evento más originario en el cual comenzamos a ser. En su búsqueda del “nacer de la luz” recorrió los caminos y saberes más diversos: bellas artes, filosofía, teología; en la década del 60 vivió como pintor plástico en el Greenwich Village de Nueva York y vivió después siete años en un monasterio traprense donde conoció a Thomas Merton y donde, en medio de un silencio habitado, comenzó a escribir porque aprendió a escuchar, que es para él el momento originario. La amplitud de su experiencia se ve reflejada en la vastedad de sus intereses que abarcan tanto la narrativa como la mística y la poesía, la ética y la estética. Se define a sí mismo como alguien que piensa poéticamente o que poetiza pensativamente.

Su decir poético es despojado, silencioso, espacial, profundo y nos sumerge en una escucha atenta, a la vez sonora y visual en la cual sólo resta demorarnos. Su escritura es dialógica, dada la vastedad de sus intereses muestra aristas que van de lo teológico a lo filosófico, transidas por lo religioso, el misterio, la mística, que laten, subyacen en la raíz3 . No le interesa ser encasillado en una categoría, es él y su originalidad pero en sus raíces, en la prefiguración de su decir desfilan autores y lecturas que colaboran en el armado de su propia y paradojal figura literaria.

Nos adentraremos en su obra desde los autores primordiales en los cuales abreva su pensamiento (prefiguración) para detenernos en su obra, en su lenguaje poético que oscila entre paradojas: palabra-silencio, desierto y sed, luz y oscuridad, trascendencia e inmanencia, presencia y ausencia (configuración), que nos asoman al abismo de belleza y misterio del cual pendemos, en el que nos asombramos en busca de la luz (refiguración) y volvernos escucha de esta hondura en tensión hacia el misterio de lo indecible.

1 - Las voces de los otros prefiguran el poema

La comprensión poética no aboca a un discurso sobre lo comprendido, no es siquiera un acto del pensar: es la sensibilidad, la vulnerabilidad pasible de acoger, de dejar venir, de amparar lo otro como otro; es el dejarse alterar por la alteridad, transfigurar el sentido, iluminar por la belleza, o herirse por lo sublime4

Escuchar es primero para Mujica y esa escucha se torna apertura para recibir las voces de los otros que van prefigurando el humus donde su poética echará raíces. Meister Eckhart, Angelus Silesius, Juan de la Cruz, Martin Heidegger entre otros son fuente donde su pensamiento se expande y se abren horizontes nuevos para estos tiempos de ausencia.

Dedica a Heidegger el ensayo “La palabra inicial. La mitología del poeta en la obra de Martin Heidegger”, hoy reeditada, donde más que hacer filosofía lo que hace es poetizar al pensador, buscando en el mito y el lenguaje místico un lugar originario de expresión del hombre que canta lo sagrado. Afirma Mujica en el prólogo:

Este no es un libro sobre filosofía, no busca serlo, tampoco es un libro sobre Martin Heidegger, busca sí ser un libro desde él. Ser tan sólo una de las posibles formas de escuchar su voz, casi me atrevería a decir, una de las posibles “leyendas” que pueden escribirse acerca del héroe protagónico de su pensar: el poeta. Aquel que no dice al Ser […] sino que “nombra lo Sagrado”. El que se asombra y maravilla porque el Ser se dice en su poetizar5.

Su interés recae en el último Heidegger, el crítico de la técnica, el que busca en los poetas un nuevo decir, la palabra inicial que inaugura el habitar poético, que supone un apertura oyente hacia lo que se dona gratuitamente. El poetizar es acontecimiento donde la verdad se manifiesta, se desoculta en una “apertura donde la luz y el silencio se reúnen protegidos y custodiados”6 porque “el habitar poético es un habitar/en lo abierto://un morar receptivamente,/un decir con el lenguaje de la entrega,/un decir sin porqué y sin decirse://un responder.”7

El habla se transforma en “morada del ser”, intimidad abierta que se dilata abriéndose hospitalidad como “advenimiento del Ser a la palabra” y hace del lenguaje nuestra patria, “el lenguaje que habitándolo el hombre es”8 . El poeta deviene custodio de este misterio que no quiere ser apresado sino escuchado, sin explicaciones lógicas porque las sobrepasa en un desborde de sentido.

Y Mujica, desde este recorrido, necesita detenerse en lo que muchos consideran fuente del Heidegger poético, la mística renana, especialmente Meister Eckhart, y Angelus Silesius su discípulo, cuyas huellas podemos vislumbrar en su pensamiento. “La razón de ello radicaría en que el profesor de Friburgo encontró en el peculiar modo de pensar y expresarse de Eckhart una alternativa al lenguaje objetivista […] impuesto desde antiguo en el ámbito de la metafísica y que [él] pretendía superar”9 . Le impacta una recreación del lenguaje que es lo que él mismo busca. No podemos detenernos ahora en detalle en el místico renano10 pero sí rescatamos un término, Gelassenheit, desapego, abandono, que no es la apatheia de los estoicos ni la ataraxia de los epicúreos sino, afirma Mujica, “un estado de libertad, de disponibilidad y dilatación del alma para, ahora sí, el fin para el que fue creada […]: recibir la Palabra y darle el espacio oyente en el que pueda labrar su resonancia. En el que pueda expresar su comunicación creativa y creadora”11.

Disponibilidad total a la escucha desde el vaciamiento de sí, es ir a Dios sin dios, sin método, desde la pura gratuidad, camino hacia el fondo del alma donde Dios y cada uno de nosotros es uno, como acontecimiento radical. Y Heidegger invita al desapego respecto de los entes para acceder al pensar del ser, ya que “la Serenidad para con las cosas y la apertura al misterio se pertenecen la una a la otra, […] nos abren la perspectiva hacia un nuevo arraigo”12.

Y las voces de los otros se completan con la de los místicos, la inefabilidad de su decir que trata de expresar y apresar una experiencia, que sólo el lenguaje poético puede llegar a balbucear. Su ensayo “Poéticas del vacío” piensa cantando a Orfeo, a Celan y a Juan de la Cruz, a lo largo de cinco textos donde una ausencia llama y una presencia responde y se plasma texto. Asomarse a sus palabras es ingresar en una vorágine que no deja de asombrarnos y transformarnos, porque “escribir es iniciar, nombrar la ausencia,/después seguir tras lo iniciado,/trazo primero,/ puerta de una nueva partida, o del único encuentro/que no es eco de la espera:/lo desconocido//”13. Se suceden términos en este ensayo que definen su poética: el desierto, la sed, el dolor, la ausencia, el amor, el exceso, la noche, el vacío. Mujica hace uso del lenguaje místico pero su contexto posmoderno lo sitúa en otro decir para un tiempo de eclipse, de ausencia. Podemos ahora escuchar su voz.

2 - La voz del poeta: configuración de un lenguaje

La poesía es el deseo de las palabras, el llamado de lo imposible.
En ese imposible que llama se abre la posibilidad que responde: el poema14.

La obra poética de Mujica se nos da como un juego entre espacios, el espacio exterior intenta reflejar el interior, que a su vez es el intento de expresión, muchas veces, de lo indecible, del “llamado de lo imposible”. Su decir poético juega con nuestros sentidos ya que no sólo se trata de leer o escuchar la sonoridad del poema, sino que visualmente el espacio se muestra particular, minimalista. La disposición de sus versos en la página deja un gran espacio en blanco el cual se fue acentuando en los últimos años. Y su lenguaje causa el mismo efecto, es conciso, breve, hay también un blanco que no se dice, que se insinúa o que sólo es un callar. Gran paradoja: un decir callando. Afirma Mujica en una entrevista ante la pregunta sobre la disposición del poema en la página:

[…] no sé el motivo por el que lo hago. […] para mí es parte de la composición. Para mí la espacialidad o la diagramación […] de la página es parte de la expresión. […] es parte de la escritura. Así como, de alguna forma, lo que trato de transmitir es el silencio del que la palabra acontece, también ese silencio se hace espacialidad en la página donde predomina un espacio de gratuidad o de vacío, en el cual las líneas tienen espacio para resonar y jugar15.

El diagrama que enmarca el poema es en sí mismo poesía, pues es expresión del silencio desde el que acontece la palabra: “la poesía es el encuentro/entre dos silencios,/entre ella y la escucha;//ni el uno y ni el otro preceden a ese encuentro,/acontecen allí,//allí donde el acontecimiento habla,/en el poema, donde la escucha dice.//”16. La escucha originaria signa el encuentro con el silencio y a la vez con la ausencia porque “esperar la creación/es custodiar la ausencia,//invitarla,/como la mano del mendigo la dádiva,/como el poeta en el olvido de sí//”17.

Establece un jugo paradojal: silencio-palabra, escucha-habla e irrumpe el vacío que, en contra de nuestra primera intuición, no es la nada o la carencia, sino que, en relación con la filosofía oriental y con Heidegger, es una “oquedad que entraña la potencialidad para la existencia y el devenir”18 y que, en definitiva, es fuente de una poder creativo infinito porque el poeta “sabe de un vacío, de un surgente […]”. Y este vacío se torna ausencia: “Después, otra vez, la noche./La sombra que cubre ausencia. Después queda el abrigo: la palabra y su soledad, el poema.//Y otra vez, también, el alba. El comienzo… Nace la palabra. Se dice la ausencia”19.

Presencia-ausencia conforman el nuevo binomio que traspasa su obra y genera un movimiento que enciende el deseo, que para Mujica no es ni plenitud ni carencia, sino aceptación de la propia finitud como fuente de un despliegue. Y con la ausencia emerge también el desierto y la sed teñido de nostalgia porque siempre hay huellas que nos invitan a la búsqueda de lo escondido que por allí pasó.


La búsqueda no es un ir,
menos aún es estar llegando;
es soportar
la ausencia de lo que buscamos:
dejarse encontrar
en la renuncia de lo esperado20.
--------------------------------
Apenas una brisa,
un estremecimiento en las hojas del roble,
un temblor que la piel acoge.
También la ausencia es huella,
pasos sin pisadas y, no obstante,
insoslayable camino21.
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La escucha, ese oír del desierto,
ese roce de vientos, ese silencio
del alma en la piel22.

Silencio-desierto-ausencia son lugares comunes en la poética de Mujica donde vislumbramos las voces de Eckhart y su “ir a Dios sin dios”, Silesius y el sin porqué de la rosa, Heidegger y el abandono, Juan de la Cruz y el desasimiento… Adentrarse en sus poemas nos invita a seguir las huellas de lo inefable que escondido habita en ellos, conmueve el deseo, aumenta la sed. Este lenguaje remite siempre a un “plus”, a un silencio-palabra originario que, como afirma Mandrioni, “se trata de un silencio, nuevo y fecundo, que existe gracias a la palabra humana y a partir del cual brotan las auténticas palabras. […] Toda palabra humana es un mensaje de lo eterno en el tiempo; es la resonancia de un dicho desde siempre”23. Hay una apertura al misterio y el poeta es quien le da voz, voz que es refigurada en la recepción que de ella hacemos, como la alteridad del poema que en su búsqueda, encuentra.

3 - La otra voz: del asombro a la luz en la refiguración del poema

Todo poema es él y lo que en él se abre: la alteridad de sí mismo, lo inagotable, lo que no dice para que allí nos escuchemos24.

Desde este poema nos sumergimos en la hermenéutica del texto en el que se abre la alteridad, nos involucra pues, como afirma Ricoeur, “el texto sólo se hace en la interacción de texto y receptor. […] Lo que se comunica, en última instancia, es, más allá del sentido de la obra, el mundo que proyecta y que constituye su horizonte”25. Hay otra voz, la nuestra, la de los contempladores de la obra, la cual es recibida como un don, como un desborde. Mujica no quiere ser encasillado, definido como un poeta místico, sin embargo, no puede negar la apropiación que su decir hace de ese lenguaje, que en estos tiempos nos conmueve y nos remite a algo más que no está dicho, sólo insinuado y por ello percibido. Afirma el autor en Poéticas del vacío que “[l]a diferencia entre lo imposible que llama y lo posible que responde, entre el vacío y sus poéticas, entre lo ya escrito aquí y lo que el decir no abarca, es el espacio que es y abre el lector, el hospedero: el futuro creador de toda escritura. Su apertura, su afuera, su travesía y su volverse a nacer”26.

Su poética pide vaciarse en escucha atenta para transitar, desde la herida que somos, entre orillas, tras el deseo que nos toma por enteros, y canta el poeta: “Se pone el sol/y el camino se va aunando/con la noche./De regreso,/cada hombre encorva/su espalda/lleva el peso de la vida,/carga el miedo a la muerte/(la carga que nos hiere/la herida que nos hermana)”27. El camino a recorrer es arduo y somos seres insertos en una sociedad que hoy cuestiona todas las certezas, invierte todo lo que hasta ayer era un valor. ¿Es este el súper hombre de Nietzsche? ¿Es este un mundo sin verdad, sin bien, sin belleza, sin Dios? Bruno Forte afirma que es “la noche del mundo” y que

Se trata de la condición del tiempo de la pobreza en la que nos encontramos; no es la noche de la carencia de Dios, sino la noche, mucho más dramática, de la incapacidad de sufrir por esa carencia. No es la ausencia del último Dios la que constituye la crisis del tiempo en que vivimos, sino el no sentir nostalgia del Último28.

La relación entre Mujica y Dios se insinúa en su poética como lo esperado, lo por venir o la fuente, lo no nombrado porque el nombrarlo significa posesión, encierro conceptual. A las preguntas que le hacen sobre su concepto de Dios el responde que es la gran interrogación, la incógnita, la pregunta de la vida y se dice escritor “desde” el misterio, no “sobre” él. La minúscula caracteriza el lexema “dios”, como un eco de nuestro tiempo, en búsqueda de ese ir a Dios sin el dios que nombramos y afirma que “poeta o místico es quien ve en la presencia, el vestigio de una ausencia, quien escucha en el silencio la música callada y la soledad sonora”29, ya que, canta, “[…] Entre la noche y el alba la cita imposible de cada vida: la ausencia que el alma abraza”30.

En el poema Abrir las manos, se abre a una nueva dimensión, la otredad

Conocernos es una entrega, no un saberse, es soltarnos y descubrir que no nos hundimos, que estuvimos siempre sostenidos31.

Podemos vislumbrar en el horizonte una luz, somos seres sostenidos, que avizoran un amanecer confiado en el cual soltarse… ¿hacia quién? ¿hacia qué? Forte, en continuidad con el texto citado, abre una ventana a la esperanza al afirmar que: “En esta noche del mundo el formularse la pregunta acerca del otro sigue siendo el único camino para abrirse a la búsqueda de la patria perdida”32. La salvación viene del encuentro con los otros o con el sumamente Otro. Se trata de dejarse interpelar desde esta poética, transformar la propia voz y quizás permitirse escuchar la Voz que nos nombra desde el silencio eterno. En un juego que establece en su poesía entre dos orillas acontece el derrame del don, como un relámpago: “Otra vez la única vez:/un relámpago/su parto y su partida.//Se pueden medir orillas/pero nunca, jamás,/lo que entre ellas se abre,/lo que lo abierto regala”33. Porque “Abrirse al don es ya el don de lo abierto:/la íntima lejanía de lo mutuo,/la transparencia”34.

La obra de Mujica está atravesada por lo sagrado como lo inaugural, la fuente que conduce al poeta-pensante a cavar hondo en lo más despojado, “allí donde la vida es la de todos, donde desnudos, somos todos un mismo rostro”. Afirma Rodríguez Francia que “la poesía de Mujica remite constantemente a un plus presente de manera constante, pero al mismo tiempo inasible. Y […] remite a una ausencia que en forma permanente siente y persigue, en una suerte de doloroso y a la vez anhelante peregrinaje. Hay un “cielo” más allá de sus poemas, latente como misterio en los versos de todos sus libros de poesía”35. Debemos dejar que el poema resuene en cada uno de nosotros y para ello debemos hacerle espacio y su voz se unirá a la nuestra componiendo una música propia. Ese plus abre ante cada lector su propia búsqueda, en infinitos caminos plagados de ausencia y presencia, de luz y oscuridad, de encuentros, de silencios, porque

El poema es el decir que deja escuchar lo que no fue dicho en él, lo indecible, lo que no está pero debe aparecer: la poesía, lo que calla en él36.

Cada uno hace propio ese decir y callar en total disponibilidad a la escucha originaria, esperando el tiempo propicio donde la espera se torne esperanza de un nuevo nacer:

Un poema dice lo que se da a oír, calla lo que se ofrece a escuchar; lo que sólo al ser escuchado nace en quien lo escucha37.

“Busco el nacer de la luz” llamamos a esta exposición, desde un verso de Mujica que reclama y expone esta búsqueda incansable y común a todo hombre, aunque el mundo proclame que no hay luz, aunque hablemos de desierto y ausencia, el poema anuncia las huellas de la presencia. Y en un canto de esperanza finalizamos con las palabras de otra poeta argentina, Lucía Carmona quien introduce su poemario “Y Dios entre los páramos” con estas palabras:

Porque sabemos que cada día el vuelo es más difícil y la tierra se nos une duramente a los pies, porque sabemos que nuestra mínima condición nos aleja del deslumbramiento, es el poema el que llueve de voz, y habla. Quien ha supuesto que el mensaje del hombre tiene límites, el límite del dolor, el límite de la pequeñez absoluta, que contemple la testificación eterna del poema y encontrará la clave de la continuidad de la palabra. Esa misma tierra que nos aferra es la que nos proporciona el pan de la magia, la que nos convierte en peregrinos alucinados. Ella, la madre tierra, la que conoce la virtud del soplo por la culpa de la permanencia. La que describe el rostro de la eternidad a través de los pueblos. La que nos ama con todo el amor del universo. Por eso, briznas inexplicables, sedientas de iluminación sin espinas, transitamos el páramo para encontrar el río caudaloso y dulce de la presencia de Dios, de Dios y del poema38.

Bibliografía

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Martín Morillas, Antonio, “La nada en el segundo Heidegger y el vacío en Oriente, Hermenéutica contrastiva”. Tesis doctoral. Departamento de Filosofía. Universidad de Granada, 2003. En línea https://hera.ugr.es/tesisugr/16760268.pdf Consultado 10/05/2019.

Ricoeur, Paul. Tiempo y narración. Configuración del tiempo en el relato histórico. México: Siglo XXI Editores, 20096.

Rodríguez Francia, Ana María. El “ya pero todavía no” en la poesía de Hugo Mujica. Buenos Aires: Biblos, 2007.

Paz, Octavio. El arco y la lira. México: Fondo de Cultura Económica, 2012 19.

Notas

[1]MUJICA, Hugo; Y siempre después del viento. Madrid: Visor Libros, 2011, p. 14

[2]Tiene publicados más de veinte libros. Sus últimos ensayos son: Origen y destino; La palabra inicial; La mitología del poeta en la obra de Heidegger; Flecha en la niebla. Identidad, palabra y hendidura; Poéticas del vacío. Orfeo, Juan de la Cruz, Paul Celan, la utopía, el sueño y la poesía; Lo naciente. Pensando el acto creador; La casa y otros ensayos; La pasión según Georg Trakl. Poesía y expiación; El saber del no saberse. Desierto, cábala, el no-ser y la creación; Dioniso. Eros creador y mística pagana. Solemne y mensurado y Bajo toda la lluvia del mundo son sus dos libros de relatos. En su página web www.hugomujica.com.ar podemos encontrar todas sus publicaciones así como lo ya escrito sobre él.

[3]El estudio de este poeta se encuentra enmarcado en el ámbito del Seminario Permanente Interdisciplinario entre Literatura y Teología dependiente de la Universidad Católica Argentina y dirigido por la Dra. Cecilia Avenatti. Hemos dedicado a este autor varios de nuestros escritos presentados en los últimos congresos interdisciplinarios de ALALITE (Asociación Latinoamericana de Literatura y Teología) publicados en http://revistas.pucsp.br/teoliteraria. También en www.bibliotecadigital.uca.edu.ar

[4]MUJICA, Hugo; -Lo naciente. Pensando el acto creador. Valencia: Pre-textos, 2007, p. 81

[5]IDEM –La palabra inicial. La mitología del poeta en la obra de Martin Heidegger. Madrid: Trotta, 19962, p.11

[6]IBIDEM. p. 87.

[7]MUJICA. Lo naciente, p.175.

[8]MUJICA. La palabra inicial, p. 90-91.

[9]FILIPPI, Silvana. “Ecos de la mística eckhartiana en la obra de Martin Heidegger”. En: AAVV, La mística medieval en el pensamiento contemporáneo. Buenos Aires: Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, 2011, p. 1-2.

[10]Remitimos a nuestro trabajo “Abismados por el misterio. Eckhart, Heidegger y el poeta Mujica en diálogo interdisciplinario” presentado en el VII Congreso ALALITE, Río de Janeiro, Brasil, septiembre 2018 de próxima aparición en la revista en línea Teoliteraria.

[11]MUJICA. La palabra inicial, p. 165.

[12]HEIDEGGER, Martin. Arte y poesía. México: Fondo de Cultura Económica, 1988, p. 28.

[13]MUJICA, Hugo. -Poéticas del vacío. Madrid: Trotta, 20094, p. 73.

[14]IDEM. –Lo naciente, p. 120.

[15]LLANOS GOMEZ. Hugo Mujica y el acto creador. Entrevista: Hugo Mujica (2) – N° 37 Espéculo (UCM), p. 2.

[16]MUJICA. –Lo naciente, p. 69.

[17]IBIDEM. P. 47

[18]Cfr, MARTIN MORILLAS, Antonio. “La nada en el segundo Heidegger y el vacío en oriente. Hermenéutica contrastativa”. Tesis Doctoral. Departamento de Filosofía. Universidad de Granada 2003. En línea https://hera.ugr.es/tesisugr/16760268.pdf. Consultado 10/05/2019. Cfr. RODRIGUEZ FALCON, ANA-CAMPANA SILVIA. –“Habitar el vacío. Un recorrido por la poesía de Hugo Mujica”. Ponencia V Coloquio Internacional de Literatura Comparada Dinámicas del Espacio: reflexiones desde América Latina. UCA. Facultad de Filosofía y Letras. Mayo 2018. En: https:// repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/9060

[19]MUJICA, H.- Poéticas del vacío, p. 40.

[20]MUJICA. Y siempre después del viento, p. 17.

[21]IBIDEM. p 34.

[22]MUJICA. Lo naciente, p. 90

[23]MANDRIONI, Héctor. Hombre y poesía. Buenos Aires: Ágape Libros, 2008, p. 16-17

[24]MUJICA. Lo naciente, p. 156.

[25]RICOEUR, P. –Tiempo y narración. Configuración del tiempo en el relato histórico. México: Siglo XXI Editores, 20096, p. 152-153.

[26]MUJICA. Poéticas del vacío, p. 14.

[27]MUJICA. Y siempre después del viento, p. 65.

[28]FORTE, Bruno. A la escucha del otro. Salamanca: Sígueme, 2005, p. 11. Cfr. también PAZ, Octavio. -El arco y la lira, México: Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 117: “El mundo de lo divino no cesa de fascinarnos porque, más allá de la fascinación intelectual, hay en el hombre moderno una nostalgia.

[29]MUJICA. Poéticas del vacío, p. 53.

[30]MUJICA, Hugo. “Entre la noche y el alba” en: Poesía completa. 1983-2004. Buenos Aires: Seix Barral, 2005, p. 424.

[31]MUJICA. Y siempre después del viento, p. 58.

[32]FORTE, B. A la escucha del otro. p. 11.

[33]MUJICA. Y siempre después del viento, p. 39.

[34]MUJICA. Lo naciente, p. 191.

[35]RODRÍGUEZ FRANCIA, A El “ya pero todavía no” en la poesía de Hugo Mujica. Buenos Aires: Biblos, 2007, p. 50

[36]MUJICA. Lo naciente, p. 150

[37]MUJICA. Lo naciente, p. 162.

[38]CARMONA, L.- Y Dios entre los páramos. Buenos Aires: Índice, 1987, p. 7