Las Figuras Femeninas de la Sabiduría y la Justicia en la Obra De Hildegard de Bingen (1098-1179)    
As Figuras Femininas de Sabedoria e Justiça na Obra De Hildegard de Bingen (1098-1179)     

María Eugenia Góngora*
*Doctorado en Filología Romance Universidad Complutense de Madrid. Profesora Titular, Departamento de Literatura, Universidad de Chile. Contato: mariagongoradiaz@gmail.com
 

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“En la visión misteriosa y en la luz del amor vi y oí estas palabras acerca de la Sabiduría que nunca pasa: cinco tonos de la justicia enviados por Dios resuenan para el género humano, en los que consiste la salvación y redención de los creyentes”. Theoderich de Echternach, Vita Hildegardis Virginis, II.21  

 

En esta presentación quiero referirme a la presencia de dos figuras femeninas que tienen un papel importante en la obra de Hilegard de Bingen tal como podemos conocerla gracias a los escritos de dos autores monásticos que trabajaron con sus escritos: su hagiógrafo Theoderich de Echternach y el abad Gebeno de Eberbach, un compilador de su obra profética y apocalíptica. 

En este contexto, me referiré a la presencia de las figuras Sapientia, la Sabiduría, y la segunda es la Justicia, que no tiene una presencia tan importante como la primera, pero que tiene una voz y un papel especialmente interesante en el pensamiento apocalíptico de Hildegard. 

Hildegard, magistra de un convento en Bingen, a orillas del Rhin durante el siglo XII, fue leída por sus contemporáneos como una visionaria y una profeta, como intérprete de las escrituras y los acontecimientos en el ámbito de la Iglesia como institución; por otra parte, la interpretación de su obra hacia fines de la Edad Media y en la temprana modernidad difiere en buena medida de los fenómenos de recepción más contemporáneos, más recientemente. Hildegard ha sido ‘leída’ desde la filología, la historia de la música, la literatura y la filosofía, pero también, a partir de sus escritos médicos, ha sido estudiada y “recreada” desde la ecología, la medicina alternativa y el feminismo. Sus visiones y profecías, por otra parte, han aparecido marginalmente en la tradición de los estudios sobre Sofía, la Sabiduría, que han tenido una larga e importante historia hasta al menos la primera mitad del siglo XX. 

La figura de Sapientia en La Vita Hildegardis Virginis

La figura de Sapientia aparece con frecuencia en los libros visionarios de Hildegard, así como en algunas de sus canciones litúrgicas; nos detendremos aquí en la hagiografía de Hildegard, la obra compuesta por el monje Theoderich de Echternach —quien probablemente nunca la conoció personalmente y que recibió el encargo de componer esta Vita pocos años después de la muerte de Hildegard en 1179. Esta hagiografía presenta varias particularidades que la hacen interesante para una lectura actual... Uno de los factores para nuestro interés en esta Vita reside en la fuerte presencia de pasajes autobiográficos en su texto2 .  

Y es justamente uno de los pasajes autobiográficos insertos en la Vita compuesta por Theodorich el que nos permite reconocer la importancia de la figura de la Sabiduría en el pensamiento de Hildegard. En este texto en el que se relata una visión, la historia, entendida como Historia de la Salvación y de la redención, está asociada a la figura de la Sabiduría, la figura femenina cercana a Dios, como leemos en el Antiguo Testamento. A través de su voz, se comprende la historia ligada a los cinco tonos musicales y a los cinco sentidos corporales; a su vez, cada uno de ellos estará asociado a figuras y etapas del antiguo y del nuevo testamento. 

En la visión misteriosa y en la luz del amor vi y oí estas palabras acerca de la sabiduría que nunca pasa: cinco tonos de la justicia enviados por Dios resuenan para el género humano, en los que consiste la salvación y redención de los creyentes. 

Y esos cinco tonos son superiores a todas las obras de los hombres, porque todas las obras de los hombres se nutren de ellos. Hay hombres que no marchan según estos sonidos, sino que sus obras son realizadas sólo con la ayuda de los cinco sentidos del cuerpo. El significado de esto es el siguiente: 

El primer tono se realizó en la obra a través del fiel sacrificio que Abel inmoló a Dios; el segundo, cuando Noé construyó el Arca por orden de Dios; el tercero, por medio de Moisés cuando recibió la Ley que fue referencia para la circuncisión de Abraham. En el cuarto tono la palabra del altísimo Padre descendió al útero de la virgen y se hizo carne, pues aquella palabra mezcló el limo con agua y formó al hombre. De ahí que toda criatura llame a través del hombre a aquel por quien fue creada, por lo que Dios llevó dentro de sí, todo por deseo del hombre. En un tiempo creó al hombre, en otro lo llevó dentro de sí, para atraer a Él a todos a quienes perdiera el consejo de la serpiente. El quinto tono sonará cuando haya terminado todo error y confusión, y los hombres vean y conozcan que nadie puede hacer nada contra Dios. De este modo en los cinco tonos enviados por Dios se realiza el Antiguo y Nuevo Testamento, y alcanzará a la totalidad de los hombres. Después de estos cinco tonos se le dará al hijo de Dios un tiempo de luz, de modo que será conocido abiertamente por todas las carnes. Después la divinidad obrará en sí misma cuanto quiera. (Vita, II, 2)3 

La Justicia en el Pentachronon o Espejo de los Tiempos Futuros (Pentachronon seu Speculum Futurorum Temporum).4

El autor de esta obra, Gebeno de Eberbach,, de cuya vida poseemos muy pocos datos, fue monje y prior en ese convento de la diócesis de Mainz entre 1215 y 1222. Su obra más conocida fue justamente el Pentachronon sive speculum futurorum temporum, obra en la que recoge una importante cantidad de fragmentos de los escritos de Hildegard que se pueden calificar como proféticos, y que se relacionan con sus visiones del fin de los tiempos5 . En ese texto, del que se nos han conservado al menos dos redacciones y numerosos manuscritos, podemos encontrar extractos de los grandes libros visionarios compuestos por Hildegard, así como de su Epistolario… El foco principal de interés para Gebeno fue, sin duda, el carácter profético de los textos seleccionados y la aparición de la figura del Hombre de Perdición, como lo denomina Hildegard, o Anticristo, sobre el cual él mismo escribió un breve tratado. 

Como prior en Eberbach, Gebeno trabajó varios años en su redacción del Pentachronon, una obra de la cual se nos han conservado, de acuerdo a su editor José Carlos Santos Paz, unos 108 manuscritos —y existen referencias a unos 40 manuscritos y fragmentos más—. A la popularidad de esta compilación se debe, sin duda, el conocimiento que se tuvo de la obra y del pensamiento de Hildegard en los siglos posteriores a su muerte. Ya a partir de su título, esta compilación se puede incluir en el género de los Espejos o manuales y, por su inspiración, pertenece al tipo de escritura asociada al así llamado ‘pensamiento simbolista alemán’ del siglo XII. Se trata de un pensamiento de origen esencialmente monástico, asociado a la lectura figural de los textos bíblicos, con representantes tan notables como lo fueron Rupert de Deutz, Anselm de Havelbert, Gerhoh de Reichersberg y Otto de Freising6

En su ya mencionado Pentachronon, Gebeno de Eberbach establece una primera organización de los tiempos históricos que proviene de la visión del Scivias III. 11.1-6, en la cual Hildegard propone, a diferencia de la división de la historia de la salvación en cinco tonos musicales que conocemos a través de la Vita, una división de los cinco tiempos futuros, desde el año 1100 hasta la venida del Hijo de Perdición, asociados a cinco animales: el perro de fuego (el tiempo “mujeril” y débil, contemporáneo a Hildegard), el león cobrizo (la época de los hombres beligerantes), el caballo pálido (la de los hombres deshonestos), el cerdo negro (la época de la desmesura y la fornicación) y el lobo gris (la de los gobernantes voraces y astutos, que coincidirá con el advenimiento del Hijo de la Perdición). 

En esa misma línea, e inmediatamente después del texto de las cinco edades del Scivias, Gebeno incluyó el importante texto del discurso de la Justicia proveniente del Liber divinorum operum III. 5. X; allí se escucha el clamor de Iustitia, la Justicia, por la corrupción de los pastores de la Iglesia. Las consecuencias de esa corrupción serán también expuestas por los laicos que se lamentan frente a Dios y piden justicia clamando ¿Por cuánto tiempo soportaremos y toleraremos a estos lobos rapaces, que deberían ser médicos y no lo son? 7 [III.5.XVI] 

X. Pero ella [la Justicia], que tiene el rostro brillante como el esplendor del sol, pues siempre es deslumbrante e inmutable ante Dios, invoca al juez celestial con un fuerte clamor y muestra, como se ha dicho, sus vestiduras manchadas por los hombres infames. Pues estos tiempos de debilidad mujeril no poseen la fortaleza viril, de manera que las instituciones eclesiásticas, sean seculares o espirituales, van a lo peor y subsisten ahora de un modo distinto del que los apóstoles y los antiguos padres las habían constituido… [III. 5. X.]8  

XVI. Después de que la Justicia haya dirigido su queja al juez celestial, recibiendo las voces de su lamento, Él llevará Su venganza con Su justo juicio contra los prevaricadores de la rectitud y permitirá que la tiranía de los enemigos de éstos se ensañe sobre los que dicen así: “¿Por cuánto tiempo soportaremos y toleraremos a estos lobos rapaces, que deberían ser médicos y no lo son? Pues tienen el poder de hablar, de atar y de desatar, nos capturan como las más feroces bestias. Sus crímenes caen sobre nosotros y la Iglesia se marchita, porque no claman por lo que es justo y destruyen la ley, como los lobos devoran a los corderos; y son voraces en la ebriedad y perpetran muchísimos adulterios; y por tales pecados nos juzgan sin misericordia. Son saqueadores de las iglesias y devoran todo lo que pueden por la avaricia, y nos vuelven pobres y necesitados y se contaminan a sí mismos y a nosotros. Por esto, juzguémoslos y separémonos con justo juicio, porque son seductores más que doctores; y en verdad hagamos esto para no perecer; pues si perseverasen perturbarán toda la región entera, sometiéndola. Ahora digámosles que cumplan con su hábito y con su oficio según la religión justa, como la constituyeron los antiguos padres, o que se aparten de nosotros y abandonen sus posesiones.” 

Así impelidos por el juicio divino, expondrán estas cosas y otras semejantes, y duramente y abalanzándose sobre ellos, les dirán: “No queremos que reinen sobre nosotros y sobre los predios y los campos y las demás cosas seculares, en las que hemos sido constituidos como príncipes. ¿Y cómo puede ser que los clérigos con sus túnicas y sus casullas tengan más soldados y más armas que nosotros? Pero ¿acaso también es conveniente que un clérigo sea soldado, y un soldado, clérigo? Por eso, apartémoslos de aquello que no tienen rectamente, sino injustamente. Consideremos con dedicación qué ha sido ofrecido con gran discreción por las almas de los difuntos, y dejémoslo a ellos; porque no son sino fruto de la rapiña”. [III. 5. XVI.]9

Este texto, así como algunas Epístolas y en particular su Carta a los Clérigos de Colonia10, también incluida por Gebeno en su Pentachronon, nos permite comprender la importancia de las ideas reformistas de Hildegard en su propio tiempo y explica, asimismo, cómo pudo ser leída posteriormente en el corazón de las disputas religiosas de fines de la Edad Media, en particular en la Inglaterra de los siglos XIII y XIV e incluso, más tarde, en el medio reformista luterano.  

En conclusión, creo que las grandes figuras de Sapientia y Iustitia, que podemos leer como representaciones alegóricas de las virtudes en la obra de Hildegard, representan no solo dos virtudes importantes desde un punto de vista doctrinario, sino que son figuras que podemos llamar “transhistóricas”; junto a María, la Sinagoga y la Iglesia, y juegan un papel central en la Historia de la Salvación que Hildegard elaboró en su obra visionaria, sus cartas y sus canciones litúrgicas.  

Referencias

 Beard, Joseph L. y Ehrmann, Radd K., The Letters of Hildegard of Bingen, vol. 1, New York: Oxford University Press, 1994. 

Bingen, Hildegarda de. Libro de las Obras Divinas. Barcelona: Herder. 2009. P. 582 Cirlot, Victoria, Hildegard de Bingen, Vida y Visiones, Madrid:Siruela, 1997. 

Newman, Barbara. “Seherin-Prophetin-Mystikerin. Hildegard von Bingen in der hagiographischen Tradition” en Hildegard von Bingen. Prophetin durch die Zeiten. Zum 900 Geburtstag, Forster,E., ed., Freiburg a. B.: Herder, 1997, pp. 126-152. 

Paz, José Santos. La Obra de Gebenon de Eberbach, Firenze: Sismeli, 2004 

Rauh, Horst Dieter. Das Bild des Antichristus im Mittelalter: Von Tyconius zum Deutschen Symbolismus. Beiträge zur Geschichte der Philosophie und Theologie des Mittelalters, Neue Folge, Band 9, Münster: Verlag Aschendorff, 1973. 

Stein, Elisabeth, “Das “pentachronon” Gebenos von Eberbach. Das Fortleben der Visions texte Hildegards von Bingen bis ins 15. Jahrhundert”, en “In Angesicht Gottes suche der Mensch sich selbst”. Hildegard von Bingen (1098-1179), Rainer Berndt, ed., Erudiri Sapientia, Berlin: Akademie Verlag, 2001, pp. 577-591. 

Theoderich de Echternach, Vita Hildegardis Virginis, Corpus Christianorum Continuatio Mediaevalis, cxxvi. Turnhout: Brepols, 1993. 

Notas

[1]  Cirlot, Victoria, Hildegard de Bingen, Vida y Visiones, Madrid:Siruela, 1997, pp. 54-55. 

[2] Barbara Newman, “Seherin-Prophetin-Mystikerin. Hildegard von Bingen in der hagiographischen Tradition” en Hildegard von Bingen. Prophetin durch die Zeiten. Zum 900 Geburtstag, Forster,E., ed., Freiburg a. B.: Herder, 1997, pp. 126-152. Ver especialmente pp. 126-129. 

[3] Cirlot, Victoria: Hildegard de Bingen. Vida y Visiones, Madrid: Siruela 1997, p. 54-55. La edición crítica de la Vita Hildegardis Virginis, de Theoderich de Echternach es de Monika Klaes, (Corpus Christianorum Continuatio Mediaevalis, cxxvi.) Turnhout: Brepols, 1993.    

[4] Mucho más tarde, Trithemius (1462-1513), el gran abad de Sponheim, menciona a Hildegard en un compendio sobre los hombres (¡!) ilustres de la Germania, titulado De luminaribus sive de Ilustribus Viris Germaniae publicado en Frankfurt en 1601, como parte de su obra histórica (Anna Silvas, op. cit., p. 255) Una revalorización más reciente de la escritura de Hildegard tuvo lugar en el siglo XVIII con la edición del texto ilustrado de su Liber divinorum operum por parte del arzobispo de Lucca, en Italia, en 1761. También el estudioso de la mística Joseph Görres y Wilhem Grimm se refirieron a su obra y sabemos que Goethe, en su viaje por el río Rin tuvo acceso al manuscrito original del libro Scivias, la primera obra visionaria de Hildegard. (Cirlot, Vida y Visiones: 25) Ya en el siglo XX, sobre todo a partir de los estudios fundamentales de Hans Liebeschütz y de las benedictinas Marianne Schrader y Adelgundis Führkötter, se ha producido un reconocimiento crítico importante de la obra de Hildegard, como ya he mencionado, desde la teología, la filología y la literatura, los estudios históricos y culturales, los estudios de género y, muy especialmente, desde la musicología. Actualmente, hay que señalar también que varias de las religiosas benedictinas de Eibingen, pertenecientes al monasterio que lleva el nombre de Hildegard, han publicado importantes estudios, traducciones y ediciones críticas. A nivel de publicaciones no académicas, han aparecido en los últimos años un número considerable de obras sobre medicina “natural”, recetas y hierbas basadas en los escritos de Hildegard. Asimismo se ha filmado una película sobre su vida (Vision, Margarethe von Trotta) y se ha publicado al menos una novela histórica sobre su vida.      

[5] La edición crítica del Pentachronon fue realizada por José Santos Paz, La Obra de Gebenon de Eberbach, Firenze: Sismeli, 2004. En su Introducción, Santos Paz realiza un valioso estudio del lugar que ocupó el pensamiento apocalíptico de Hildegard, especialmente en relación con Joaquín de Fiore, Arnaldo de Vilanova y otros. Ver sobre esta obra el estudio de Elisabeth Stein, “Das “pentachronon” Gebenos von Eberbach. Das Fortleben der Visionstexte Hildegards von Bingen bis ins 15. Jahrhundert”, en “In Angesicht Gottes suche der Mensch sich selbst”. Hildegard von Bingen (1098-1179), Rainer Berndt, ed., Erudiri Sapientia, Berlin: Akademie Verlag, 2001, pp. 577-591.  

[6] Una obra clásica sobre el pensamiento y la obra de estos autores es la de Horst Dieter Rauh, Das Bild des Antichristus im Mittelalter: Von Tyconius zum Deutschen Symbolismus. Beiträge zur Geschichte der Philosophie und Theologie des Mittelalters, Neue Folge, Band 9, Münster: Verlag Aschendorff, 1973.       

[7] Bingen, Hildegarda de. Libro de las Obras Divinas. Barcelona: Herder. 2009. P. 582  

[8] Ibid. Pp. 574-575. 

[9] Ibid. Pp. 582-583.   

[10] . Epistola XVr, versión inglesa de Joseph L. Beard y Radd K. Ehrmann, The Letters of Hildegard of Bingen, vol. 1, New York: Oxford University Press, 1994, pp. 54- 63, (incl. anexos). La edición crítica del epistolario de Hildegard es de Lieven van Acker, Hildegardis Bingensis Epistolarium. Pars prima I-XC. Pars secunda XCI-CCL.R, en CC CM XCI y XCI, Brepols, Turnholt 1991-1993. La tercera parte fue trabajada luego por Monika Klaes-Hochmoller: Pars tertia, CCLI-CCCXC, en CC CM XCIb, Turnholt: Brepols 2001. La epístola XVr se encuentra en Van Acker, Epistolarium I, pp. 34-47.