“Mi decir lo que el silencio nombra”:

El lenguaje poético místico que acoge la vida en apertura a la otredad.

Resumo

La vida todo lo atraviesa, irrumpe, desborda, pues “Cada vida tiene la dimensión de su acogida, de la apertura a lo que adviene y en lo que acogiendo deviene vida” (Mujica, El saber del no-saberse, 21). El lenguaje poético, reino de la metáfora, acoge la vida, la nombra sin poseerla, percibe su inagotabilidad y su decir inaugura nuevos sentidos, generando más vida, en apertura generosa al otro y al misterio. La reflexión sobre “la metáfora viva” legada por Paul Ricoeur, es la tierra fértil que nos invita al diálogo con la palabra poética que dice la vida desde y hacia nuevos horizontes. Hugo Mujica, el poeta filósofo, es el “decir” que nos conmueve, nos llama y a quien convocamos en este encuentro. Su poética, que hunde sus raíces en filósofos y místicos, nos conduce a lo abierto del texto, refigurando su palabra y haciendo fecundo el diálogo que nos relaciona a los otros, ya que la palabra que nos hospeda es reflejo de nuestro hospedar al otro y al misterio que se abre paso. La palabra poética nos puede guiar, abrir, remitir a otro decir, el del místico que encuentra en la poesía y en la metáfora la expresión paradójica de lo indecible. Vida, encuentro, desierto, silencio, luz y oscuridad, fuente, tiempo y eternidad… voces que nos permiten sumergirnos en las aguas profundas de la belleza desnuda, despojada, que desborda y atrae.